miércoles, 29 de julio de 2009

Bajo mi techo infinito

Había escuchado tras de su nuca un aliento calido, a la vez de invisible. Como el llanto que calla para no alarmar a quien te sabe herido por sus palabras. Así Harmuna se puso de nuevo en pie, sostenida sobre las puntas de sus pies. Flaqueaba al entreabrir lo labios para pronunciar el nombre manchado con música a aguda de violonchelo.

De forma inconsciente echó las manos hacia atrás, rozando por primera vez la capa rígida de su propia burbuja.

“¿Cristal?” –decía mientras que rozaba con los dedos el frio cristal, friccionando con las yemas de sus dedos, haciendo un sonido incluso molesto, queriendo cerciorarse de la realidad tras de ella.

Muerta de miedo al no querer dar un tras pies se apoyó casi por completo en el cristal tras ella, viendo de forma casi nublada en mañana de otoño una joven tras este.

“¿Quién eres tu?” – Pegando las manos al cristal, como cuando una niña se mira al espejo al pintarse por primera vez los labios con carmín. No hubo respuesta, nada parecía querer hacer despertar a aquella de ojos cerrados tras la pared de su propio laberinto, mas su corazón se inquietó un instante. Miró entonces al otro lado sabiéndose atrapada, enjaulada y acorralada, ya sin haber mas sinónimos Harmuna inspiró a los demás lados y volvió a ver a otras dos chicas en los laterales, como si cada casilla del tablero estuviera cubierta por tres paredes de cristal invisibles, que la llevaran de forma irremediable al centro pero… ¿Cómo llegar al centro del laberinto?

“Por increíbles peligros e innumerables fatigas… me he abierto paso…” -Su voz se cortó de golpe y alguien pareció seguir la frase hace tanto pronunciada y su piel se erizo como si le congelaran el alma y dejando escapar lo que parecía un gemido pronuncio- “Sobre mí…”


miércoles, 10 de junio de 2009

~ Miel de hada nocturna ~


En un rincón del estrecho espacio entre linea y linea de cada baldosa, de puntillas temiendo dar el paso adelante, alzó la vista mirando la cúpula artificial creada entorno a ella. Abanicaba los dedos como quien toca una flauta y una vez abrió la palma de su mano, apareció de las sombras nocturnas de la noche de bóveda artificial, el diario en donde escribía cada paso. Pasaba las páginas del cuento recreándose en lo que había escrito tiempo y pasos atrás. Fue entonces cuando al querer recordar el perfume impregnado de cada momento cuando el viento sopló fuertemente. El corte solo fue superficial, la hoja no estaba lo suficientemente afilada de sentimientos; caía la diminuta gota de sangre por la comisura de sus pequeños pero carnosos labios y paso la yema de su dedo corazón, para luego saborearla.

- No terminar de leer lo escrito... es como dejarte con la miel en los labios - Decía mientras saboreaba su azucarada esencia carmín- Dulce y rojos quedan ahora mi instrumento de canto.

Cerró el diario con fuerza y lo dejo caer al suelo, rompiéndose este en miles de pequeños trocitos de papel, confeti de color blanco que se volvió rojo como la miel de los labios del hada de esta noche. Marcado y cosido el color borgoña alrededor de la palma que coloca en su pecho, incidiendo con fuerza con el dedo que se nombra igual que su baúl de sentimientos perdidos. Así alzo la voz la chica carmesí, y con voz sorda y palabras no escritas quiso decirle a la nada:

Miro distraidamente hacia el cielo
Donde los vientos juegan
Hundiéndome más profundamente que cualquiera
Incluso mi corazón se ahogó
Y ahora en este lugar te miro solamente a ti;
Si es un sueño que nunca volverá, entonces lo romperé
Incapaz de olvidar, deseo verte una vez mas.

Poniendo los espejismos uno al lado del otro
Recolectando sus sombras,
Sigo esperando mientras que,
Las agujas del reloj siguen congeladas

Noches sin sueño y mañanas de suspiros...
Tú preferida balada lunar...

Sin avisar incluso tu cuerpo me dejó atrás
Y ahora solamente estoy sola en este lugar
Creí que podríamos permanecer juntos sin cambiar
Como ese tiempo, que una vez, ame...