domingo, 27 de abril de 2008

El Lobo


Pero la caída de los cuadros de sus piernas, la perdida causada por el agua no le produjo dolor. Notaba como leves caricias al perder las escamas de esa piel artificial que ahora eran arrastradas como quien vierte un vaso de agua a una pared con serpentinas aderidas.

- No me duele - decía entre sonrisas casi imposibles de ver entre la niebla que aun solo la rodeaba a ella.

El viento creo la fuerza y las lágrimas al ser alborotadas como quien mezcla la harina se vuelve blanca. Así nació la espuma y así llego a ella.
El vaivén de las olas del mar en los pies de Harmuna, la chica que se encuentra en la orilla de un mar cristalino echo de miles de espejos, un laberinto que ahora tiene el suelo diferenciado en pequeños azulejos blancos y negros, que se colocan matematicamente uno junto al otro sin tocarse ambos colores, separando realidad de ficción.

- Estoy en pie - pronunciaba al sentir la espuma en sus pies descalzos.

Todo creado de la nada, todo creado por ella.
Ahora el mar se repliega y la marea baja tanto que desaparece y crea lo que sus ojos ven. Un ser echo con la espuma del mar y que ella observa mientras el color de su capucha roja es lo único que destaca en la nada y en el todo que la envuelve.

- Mi mundo y mi reino. Pero...

Es espuma pero parece nieve, pero las huellas no quedan impregnadas en el suelo, pues no se posa. Y es el viento el que ondea la espuma que queda creando la vida del pelo que cubre a la bestia, de patas esbeltas y afiladas zarpas de zafiro que no rayan el suelo pues su paso es etéreo. Todo lo que hace a un ser vivo, todo en el es agua y fuerza, viento y lágrimas, pero su mirada esta hueca pues las cuencas de sus ojos son solo el marco sin cristal de la ventana que la chica había creído cerrar. Y el aullido no fue del lobo de espuma blanca, pero sus orejas alertaron tal sonido, ese canto melancólico, ese grito susurrante que ahora resuena como quien acaricia con el dedo una copa con agua.
Una garganta que aulla consumida por el llanto de un sentimiento que nació al abrirse aquella ventana.