viernes, 29 de agosto de 2008

Los ojos del Bosque - Bajo mis pies -

El sol con su luz, vuelve las hojas verdes del árbol en el que se posan los niños en doradas. Descalzos, ambos valanzean los pies mientras se sonríen el uno al otro comtemplando la distancia que les separa del suelo. La niña del camión blanco comienza a tararear mientras balancea un pie y el otro, a la vez que el niño que le mira por el rabillo del ojo, intenta reconocer la melodía.

-Na na na...-vocaliza mientras convierte el rumor del canto en sonido proviniente de sus labios.

"Veo yo bajo mis pies
sobre el cielo,veo yo
El viento escucha mi canción,
Veo luz bajo mis pies"

El niño se le queda mirando embobado mientras divisa una figura que nace bajo la sombra de ambos. Entonces pega un salto y la mira desde arriba, mientras ella sigue valanzeando los pies y cantando. El viento remueve las hojas y sus destellos deslumbran al chico que al protegerse de el con la mano, ve a la niña cada vez mas lejos. Y es entonces cuando al ser alejado de ella por una mano extraña comprende aquello que los ojos no ven. Entiende que la canción no podía sonarle, al igual que no se esperaba que al alejarse cada vez mas ya no sintiera la necesidad de cubrir su rostro con la mano que le cubre del sol y del cielo.

domingo, 10 de agosto de 2008

-Un paso hacia el abismo-

Negro... ese el color que ahora había decidido en su cabeza. ¿Elegido? no podríamos decir eso exactamente, digamos que quizás estuviera todo demasiado determinado. Así que solo pensó el color y las casilla negras se alzaron para que sus pies no siguieran mojados. La luna nace en el horizonte que ahora se vuelve cobalto y su capa roja se estira tanto que se transforma en un lazo de color carmesí que hondea en el aliento del viento.
A lo lejos, en la lejanía una silueta se difumina, mientras pájaros de color negro surcan los cielos.
Pájaros que la rodean con sus trinos, pájaros que pasan veloz por la superficie del agua y luego se introducen en el mar nadando como si fueran peces, como si el mar fuera el cielo. Y fue entonces cuando se ató el lazo al cuello al creerse asfixsiada por respirar agua, por no poder volar a la superficie. Se elevó su cuerpo y se vestido de seda blanca y transparente como si fuera un globo...

-Te veo...-alza la mano intentando coger una mano en la sombra que también intenta coger la suya- No me dejes Tetsu! -grita como quien ansia estar con el ser amado.

Pero antes de que nada pasé, antes si quiera de verle el rostro a aquel a quien nombra, alguien tira del lazo. Porque un globo no se llama así sino tiene una cuerda que lo até a su dueño; porque el deseo no existe cuando ya consigues lo anhelado.La mano se aleja y ella no la toma, donde el nuevo dueño le espera en el blanco mar que queda bajo ella. Pero antes de que siquiera pueda tocarla se dislumbra bajo una sonrisa en el rostro del joven vestido de blanco que acto seguido, corta con su sable el lazo que los une dejando a Harmuna flotando en la nada.

-Abro los ojos- dice viendo como ha dado un paso- de nuevo he vuelto a elegir, de nuevo la misma pesadilla, diferente comienzo mismo final. ¿Seras tu el siguiente... Aki?

miércoles, 6 de agosto de 2008

-La sonata de las lágrimas-


Sonaba un piano en la oscuridad; caían las lágrimas de Harmuna al suelo encharcado al mismo ritmo que alguien desconocido tocaba las teclas de su elegante piano. Caía la lluvia de sus ojos, y el llanto no cesaba, al contrario; se incrementaba cada vez mas para que el pulso de Harmuna se acelerara por momentos.
Sentía la joven como se asfixiaba, como se desidratada por segundos al parecer su llanto torrencial de aguas incesantes y como sus ojos se volvían escarlatas por el dolor de su compungido corazón. Mas de repente la música llegó a sus oídos y comprendió que alguien, algo estaba tocando al ritmo de la caída de sus lágrimas, mientras se preguntaba a si misma "¿Lloro porque recuerdo la melodía? ¿Lloro porque aquel que toca el piano no escucha mi llanto?"

-Sonata...-pronuncio Harmuna entre susurros y la música paró de golpe, dejando colgada mas de cuatro notas.

Quizás todo cesara por lo dicho por la joven de capucha roja, o puede que simplemente fuera pura coincidencia. Aun así es el rojo se movía entre la noche y al llegar a la cuna del bebe, este lo tomo en brazos besando los finos cabellos dorados que sobresalen de las sabanas de nácar.

-Te pido que me perdones Ilbraya...No había escuchado tu llanto.